La Dra. Gloria Polo y su sobrino se apresuraban bajo la lluvia compartiendo un pequeño paraguas…. De repente les cae un rayo. “Nos dejó carbonizados; mi sobrino fallece allí”. A ella le destruye el cuerpo…
“Me quema de forma espantosa todo mi cuerpo, por fuera y por dentro. Esto que ven aquí, este cuerpo reconstruido, es misericordia de nuestro Señor. (El rayo) me carboniza, me deja sin senos, prácticamente se me desaparece toda mi carne y mis costillas; el vientre, las piernas… sale el rayo por el pie derecho, se me carboniza el hígado, se me queman los riñones, los pulmones”.
Según su testimonio, ella era una mujer dominada por la mentalidad del mundo, “Católica dietética”.
Tuvo la experiencia de la muerte: terminó ese descenso por entre todos esos túneles y llego a una parte plana desesperada, esa voluntad de hierro que decía que tenía, es que a mi nada me quedaba grande, no me servía de nada. Porque yo quería subir e igual estaba ahí, y veo como en el piso se abre una boca grandísima y siento un vacío impresionante en mi cuerpo, un abismo al fondo inenarrable, porque lo más espantoso de ese hueco era que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza y ese hueco tiene como unas chupas y me halan y yo grito aterrorizada….
Y en ese dolor empiezo a gritar “¿quién se equivocó?”. Miren yo tan santa. Jamás he robado yo nunca he matado, yo le daba mercados a los pobres, yo sacaba muelas gratis a los que necesitaban. ¿Yo que hago aquí? Yo iba a misa los domingos, a pesar de que me consideraba atea nunca falté, si en mi vida falté cinco veces a misa fue mucho. Yo era alma que siempre iba a misa. Y yo que hago aquí. Yo soy católica, por favor yo soy católica sáquenme de aquí. Cuando yo estoy gritando que soy católica, veo una lucecita y miren una luz en esas tinieblas es el máximo regalo que puede recibir uno. Veo unas escaleras encima de ese hueco, veo a mi papé, que había fallecido cinco años atrás, casi a ras del hueco, un poquito de luz tenía y cuatro escalones más arriba veo a mi mamá, con mucha más luz y en esa posición como de oración…
Y empiezo a gritar de nuevo:” ¡por favor, miren, sáquenme de aquí, que soy católica!,” ¿pero quién se equivocó?” ¡Por favor, sáquenme de aquí! Y cuando yo estoy gritando esta segunda vez, se escucha una voz, es una voz dulce, es una voz que cuando la escucho se estremece toda mi alma, y todo se inundó de amor y de paz, y todas esas criaturas salieron despavoridas, porque ellas, no resisten el amor, ni la paz y hay paz para mi, me dice esa voz tan preciosa: “muy bien, y si tú eres católica dime los mandamientos de la ley de Dios”. Y que rajada tan horrible, ¿oyeron? yo sabía que eran diez pero de ahí en adelante ¡nada!…
…Ni siquiera la mínima expresión de amor con tu Señor. ¿Ser agradecida?, ¡jamás! Ni siquiera abría los ojos ¡Señor, gracias por este día que me has dado, gracias por mi salud, por la vida de mis hijos, por que tengo un techo, pobrecitos los que no tienen techos, ni comida Señor….!! Nada. ¡Desagradecidísima! y fuera de eso, pusiste tan debajo a tu Señor, que creías más en Mercurio y Venus para la suerte, andabas pegada a la astrología diciendo que los astros manejaron tu vida. Empezaste a andar en todas las doctrinas que te ofrecía el mundo, empezaste a creer que simplemente morías y volvías a empezar. ¡Y te olvidaste de la Gracia! De que tú habías costado un precio de sangre a tu Señor.
Me hacen un examen de los Diez Mandamientos. Me muestran que yo decía que adoraba, que amaba a Dios. Con mis palabras; y adora a Satanás. Porque en mi consultorio llegaba una señora a hacer riegos, y yo decía: “Yo no creo en eso” pero échelos por sí las moscas”! Y empezaba a echar ella rieguitos para la buena suerte.
… y me decía el Señor “nunca pensaste… ¡pobrecitos Señor los enfermos! Dame la gracia de ir allá a acompañarlos en su soledad. Los niños que no tienen mama, los huerfanitos, cuantos niños sufriendo Señor.”……..mi corazón de piedra……. ¡Total! En el examen de los diez mandamientos no pasé ni medio.
…Por ejemplo yo di muchos mercados a gente necesitada pero daba no por amor, daba por mi imagen, porque como era muy rico que todo mundo me viera la gracia, y como era de rico manipularle la necesidad a la gente.
…Y vean hermanos aprendí que las palabras no se las lleva el viento, cuando mi mamá se me ponía muy terca le decía: “mamá, sabes qué, ¡que me parta un rayo si te estoy diciendo mentiras!”, y la palabra se fue en el tiempo, pero miren por misericordia de Dios estoy aquí, porque en realidad el rayo entró y me atravesó prácticamente en dos partes y me quemó.
…Mostraban cómo nunca fui agradecida con el Señor, y también me mostraban lo que yo decía cuando me daba pereza ir a misa: “pero mamá, si Dios está en todas partes qué necesidad tengo de ir allá. Claro me era muy cómodo decir eso; y la voz me repetía que yo tenía al Señor veinticuatro horas en el día pendiente de mi, y yo no rezaba ni un poquito o un domingo a darle gracias al Señor, mostrarle cuán grande era mi agradecimiento y mi amor por El, y me quedaba grande, pero lo peor del caso, es que esa entrada a la iglesia era el restaurante de mi alma, me dediqué a cuidar mi cuerpo, me volví esclava, y se me olvidó un pequeño detalle, tenía un alma y jamás cuidé de ella, nunca la alimenté con la Palabra de Dios porque yo muy cómodamente decía que el que lee la palabra de Dios se volvía loco.
…Cuando llegamos al quinto mandamiento el Señor me mostraba que yo era una asesina espantosa y que cometí lo peor y lo más abominable ante los ojos del Señor, el aborto. Miren es que el poder que me dio el dinero me sirvió para financiar varios abortos porque yo decía: “la mujer tiene derecho a escoger cuando quiere quedar embarazada o no”. Miré en el libro de la vida y me dolió tanto cuando vi a una niña de catorce años abortando. Yo le había enseñado, porque saben que cuando uno tiene veneno nada bueno queda, y todo a lo que se acerca se daña.
…Unas niñas, tres sobrinas mías y la novia de un sobrino abortaron, las dejaban ir a mi casa porque yo era la de plata, la que las invitaba las que les hablaba de moda, de glamour, y de cómo exhibir su cuerpo, y mi hermana me las mandaba allá. Miren cómo las prostituí, prostituí menores que fue otro pecado espantoso después del aborto, porque yo les decía a esas niñas: “no sean bobitas mijitas es que sus mamás les hablan de virginidad y de castidad porque están pasadas de moda, ellas hablan de una Biblia de hace dos mil años, y los curas no se han querido modernizar, ellas hablan de lo que decía el Papa, pero ese Papa está pasado de moda.
Imagínense mi veneno y les enseñé a las niñas que ellas tenían que disfrutar de su cuerpo pero que tenían que planificar. Yo les enseñé los métodos de planificación “perfecta mujer”, y esa niña de catorce años, la novia de mi sobrino llega un día a mi consultorio (lo vi en El Libro de la Vida), llorando me dice “¡Gloria, soy un bebé y estoy embarazada!”, y yo le dije: “bruta, ¿no le enseñé a planificar?” y entonces me dice: “sí, pero no funcionó”. Entonces miré y el Señor me ponía allí esa niña para que no se hundiera en el abismo, para que no fuera a abortar, porque es que el aborto es una cadena que pesa tanto, que arrastra y pisotea, es un dolor que nunca se acaba, es el vacío de haber sido un asesino. Es lo peor a un hijo. Y saben que fue lo peor de esa niña, que en lugar de yo hablarle del Señor le di plata para que fuera a abortar en un lugar muy bueno para que después no la fueran a perjudicar. Así como ése patrociné varios abortos, cada vez que la sangre de un bebé se derramaba era como un holocausto a Satanás, es un holocausto, al Señor le duele y se estremece cada vez que se mata un bebé porque en el libro de la vida, vi como el alma de nosotros tan pronto como se tocan el espermatozoide y el óvulo se forma una chispa hermosa una luz cogida del sol de Papa Dios, el vientre de una madre tan pronto es fecundado se ilumina con el brillo de esa alma y cuando se aborta esa alma grita y gime de dolor así no tenga ojos ni carne, se escucha ese grito cuando lo están asesinando y el cielo se estremece y en el infierno se escucha otro igual pero de jubilo, de inmediato del infierno se abre unos sellos y salen unas larvas para seguir asediando a la humanidad, y seguir haciéndola esclava de la carne y de todas esas cosas que se ven y se verán cada día peor.
Porque ¿cuántos bebés se matan a diario? Y eso es un triunfo para él. Como será que ese precio de sangre inocente ocasiona un demonio más afuera y me lavan en esa sangre y mi alma blanca se empezó a poner absolutamente oscura. Después de los abortos ya no tuve más convicción de pecado, para mi todo eso estaba bien. Y lo triste también ver cómo en esos pagarés que me tenía el maligno, allí me mostraba todos los bebés que yo había matado también, porque ¿saben qué? Yo planificaba con la T de cobre y fue doloroso ver cuántos bebitos habían sido fecundados y se habían destruido ellos solos, y el grito de ese bebé desgarrándose da las manos de papá Dios. De razón que vivía amargada y mal geniana, haciendo mala cara, frustrada con todos y con mucha depresión. Claro, me había vuelto una maquina de matar bebés.
Y eso me hundió más en el abismo; ¿cómo que no había matado? Y qué decir de cada persona que me cayó gorda, que odiaba, que detestaba. ¡Ahí ya era aún asesina! Porque no sólo con un disparo se mata a una persona, basta con odiarla con hacerle el mal, con tenerle envidia, con eso ya se le mata.
En cuanto al sexto mandamiento de no fornicar yo dije: “no aquí si no me van a levantar ni un amante porque yo toda la vida solamente he tenido un hombre y es mi esposo”. Cuando me muestran que yo cada vez que yo estaba con mis senos descubiertos y mi cuerpo con mis trusas estaba incitando a otros hombres a que me miraran y tuvieran malos pensamientos y los hacía pecar y así fue como entré en adulterio.
Yo les aconsejaba a las mujeres que fueran infieles con sus esposos, les decía: no sean bobas desquítense no los perdonen y más bien divórciense, ya con eso estaba cometiendo un abominable adulterio.
Y me di cuenta que los pecados de la carne son espantosos y son condenatorios así el mundo les diga que son chéveres y que sigamos actuando como animales. Tristemente me solté de la mano del Señor, porque los pecados están en los pensamientos, en el alma y en la acción.
En el séptimo mandamiento de no robar, yo me consideraba honesta; y el Señor me mostraba que mientras que en mi casa desperdiciaba la comida, tanta hambre que padecía todo el mundo y me decía “yo tenía hambre y mira tú lo que hacías con lo que yo te daba, desperdiciabas, yo tenía frío y mira lo que hacías tú, esclavizada con las modas y las apariencias, gastándote mucho dinero en una inyección para estar delgada, esclavizada en el cuerpo en pocas palabras hiciste un Dios de tu cuerpo y me mostraba que yo era culpable de la miseria de mi país y que yo sí tenía que ver con eso. También me mostraba que cada vez que yo hablaba mal de alguien, le robaba la honra y difícil devolvérsela, que hubiera sido más fácil reparar al robarle un billete a una persona porque le habría podido devolver la plata y no robarle el buen nombre a una persona. Le robaba a mis hijos la gracia de una mamá en la casa, tierna, una mamá que les amaba y no la mamá en la calle dejando a los niños solos con el papá televisor, la mamá computadora o con los juegos de video y para calmar mi conciencia les compraba ropa de marca.
…les voy hablar un poquito de no levantar falsos testimonios. Ni mentir, en eso si que fui experta ¿oyeron? porque Satanás se volvió mi papá, porque tú tienes tu papá Dios y a Satanás.
Si Dios es Amor y yo odio ¿quién es mi Papá? no era tan difícil y si Dios me habla del perdón y de amar a los que me hacen daño y yo decía el que me la hace me la paga y hasta allí llegó conmigo, pues ¿quién era mi papá? y si El es la verdad y Satanás es la mentira ¿quién era mi papá? y no hay mentira ni rosada, ni amarillita ni verdecita, todas las mentiras son mentiras, y Satanás es su padre.
Tan terrible fueron los pecados de mi lengua. Que yo veía con mi lengua cuánto daño hacía. Cuando yo chismoseaba, cuando yo me burlaba, le colocaba un apodo a alguien, como sentía esa persona. Cómo le dolía el apodo. Cómo le podía crear complejo de inferioridad a una persona gordita que le andaba diciendo gorda, cómo cuanto mal hacía y cómo la palabra siempre terminaba en una acción.
Cuando me hacen el examen de los 10 mandamientos y de la codicia salieron todos mis males ese deseo loco. Yo pensaba que iba a ser feliz teniendo mucho dinero y se me volvió una obsesión tener dinero. Lástima. Cuando tuve mucho dinero, fue el peor momento que vivió mi alma hasta el punto de querer suicidarme.
…Después de ese examen de los 10 Mandamientos, me muestran “El Libro de la Vida”, hermoso, yo ya quisiera tener palabras para describirles “El Libro de la Vida”, empezó desde la concepción tan pronto se unieron el par de células de mis padres de inmediato, hubo ¡zas! una chispa, una explosión hermosa y se formó una alma, el alma mía cogida de la mano de Papá Dios me encontré un Papá Dios tan hermoso. Tan maravilloso 24 horas al día cuidándome buscándome y lo que yo veía que era castigo. No era más que su amor porque El mira no aquí en mi carne, sino miraba mi alma, y miraba cómo me iba alejando de la salvación, ese “Libro de la Vida”, para terminar les voy a dar un ejemplo de cómo es de hermoso el “Libro de la Vida”.
Yo era muy hipócrita y a la gente le decía a alguien ¡huy! oye como estás de linda, qué vestido tan precioso, cómo se te ve de lindo, y por dentro decía: “huy, qué pinta tan asquerosa, y todavía se cree la reina”. En mis pensamientos. En ese libro se ve igualito lo que yo decía con mi lengua, con una diferencia. Se veían mis pensamientos, y se veía el interior de mi alma. Todas mis mentiras quedaron al rojo vivo, vivas, todo el mundo se dio cuenta. A mi mamá cuántas veces me le volaba porque mi mamá no me dejaba ir para ningún lado. Mami tengo un trabajo en grupo en la biblioteca y mi mamá creía el cuento. Y arrancaba a ver una película de pornografía, o a un bar a tomar cervezas con mis amigas y mi mamá viendo mi vida, nada se escapó.
… Me pregunta el Señor ¿qué tesoros espirituales traes? Tesoros espirituales y mis manos iban vacías, no llevaba nada mis manos iban absolutamente desocupadas, es cuando me dice de qué te sirve decir que tenías 2 apartamentos, que tenías casas que tenías consultorios. Que te considerabas una profesional con muchísimo éxito. Te pudiste traer el polvo de un ladrillo aquí. Es cuando me dice ¿Qué hiciste con los talentos que yo te di? ¿Talentos? Tenía una misión. La misión de defender el reino del amor. El reino de Dios. Se me había olvidado que tenía alma, muchísimo menos que tenía talentos, que yo, era las manos misericordiosas de Dios. Mucho menos que todo el bien que dejé de hacer le dolió al Señor. Porque ¿saben qué era lo que siempre me preguntaba el Señor? La falta de amor y caridad en el prójimo siempre me preguntaba por el amor, y es cuando me dice:-“Es que tú muerte espiritual… Estaba viva pero muerta. Si hubieran visto que es “muerte espiritual” cómo es un alma que odia. Cómo es un alma espantosamente terrible de amargada y de fastidiosa. Que le hace mal a todo el mundo. Cuando uno está lleno de pecados, y ver mi alma por fuera oliendo muy rico y con buena ropa y mi alma oliendo horrible viviendo en los abismos. Con razón tanta depresión y tanta amargura. Y me dice: “Es que tu muerte espiritual comenzó cuando a ti te dejaron de doler todos tus hermanos”. Era una alerta cuando veías el sufrimiento de tus hermanos: en todas partes. O cuando veías en los medios de comunicación, mataron, secuestraron, desplazaron y tú con la lengua por afuera dices:-” ¡Ay pobrecitos! Qué pecadito”. Pero no te dolían tus hermanos. En el corazón no sentías nada, toda de piedra, el pecado te lo petrificó.
Cuando se cierra mi Libro, ustedes se imaginan la tristeza tan grande mía. Cuán dolor fuera de eso, por haberme portado así con mi Papá Dios, porque a pesar de todos mis pecados, a pesar de toda mi inmundicia y de toda mi indiferencia y de todos mis sentimientos horribles, el Señor siempre hasta el último instante me buscó, siempre me enviaba instrumentos, personas, me hablaba, me gritaba, me quitaba cosas para buscarme, él me busco hasta el último instante.
Escogí a Satanás, ese fue mi papá, y cuando se cerró ese libro, yo veo que en mi mente, estoy de cabeza porque me voy, a un hueco y después de ese hueco se va abrir una puerta. Y allí ya voy, y empecé gritarle a todos los santos que me salvaran, ustedes no tienen idea la cantidad de santos que llegué a saber yo no tenía idea que sabía tantos santos, era tan mala católica, que pensaba que igual me salvaba San Isidro el labrador, que San Francisco de Asís, y cuando se me acabaron todos los santos, el mismo silencio. Sentía un vacío, un dolor tan grande. Diciendo: y todo el mundo allá en la tierra pensando que “tan Santa” esperando que yo me muera para pedirme un milagrito. Y ¡Miren! ¿Para donde me voy?
No, levanto los ojos y me encuentro con los ojos de mi mamá. Y con mucho dolor le grito:- ¡Mami!. Que vergüenza ¡Me condené madre a donde yo voy, no te voy a volver a ver jamás. Y en ese momento a ella le concedieron una gracia muy bella. Estaba inmóvil y le permiten mover sus dos deditos hacia arriba y ella señala allí y saltan de mis ojos dos costras espantosamente dolorosas, esa ceguera espiritual. Salta allí, y veo un momento hermoso. Cuando una paciente me había dicho:- “Mire doctora. Usted es muy materialista y un día lo va a necesitar. Cuando usted esté en eminente peligro, cualquiera que sea, pídale a Jesucristo que la cubra con su sangre que él nunca, nunca la va abandonar. Porque El pagó un precio de su sangre por usted”. Y con esa vergüenza tan grande y ese dolor empecé yo a gritar: – Jesucristo. Señor ten compasión de mí !perdóname, Señor dame una segunda oportunidad! Y ese fue el momento más bello, yo no tengo palabras para describir ese momento, El baja y me saca de ese hueco. Cuando El me recoge, todas esas cosas se botaron al piso. Me levanta y me saca en esa parte planita, y me dice con todo ese amor:- “Vas a volver, vas a tener tú segunda oportunidad (…), pero me dice, pero no por la oración de tu familia. Porque es normal que ellos “oren y clamen por ti, sino por toda la intercesión de todas las personas ajenas a tu carne y a tu sangre que han llorado, han orado y han elevado su corazón con muchísimo amor por ti”.
Y empiezo a ver cómo se prenden un montón de lucecitas que son como llamitas blancas llenas de amor. Y veo a las personas que están orando por mí. Pero había una llama grande, grande que era la que más luz daba. La que más amor daba. Yo miraba quién era esa persona que me amaba tanto. Y me dice el Señor: -“Esa persona que tú ves allí, es una persona que te ama tanto, tanto que ni siquiera te conoce”. Y me mostraba, había visto el recorte en la prensa del día anterior porque bajo al pueblo, bien pobre, era un campesino que vivía al pie de la Sierra Nevada de Santa Marta. Bajó el hombre bien pobrecito. Compró una panela y se la envolvieron en una hoja del “Espectador” del día anterior. Estaba ahí mi fotografía, quemada. Cuando ese hombre ve esa noticia que ni la leyó de corrido se fue para el piso y empieza a llorar con un amor tan grande, y dice:- “Padre. Señor ten compasión de mi hermanita. Señor sálvala, señor mira Señor. Si tú salvas a mi hermanita, yo te prometo que me voy al “Santuario de Buga” y te cumplo una promesa, pero sálvala”.
Imagínense un hombre pobrecito, no estaba renegando ni maldiciendo por qué estaba aguantando hambre, con una capacidad de amor ofrecerse a atravesar todo un país, por alguien, que no conocía. Y me dice el Señor: “Eso es Amor al Prójimo” (…) y cuando me dice esto: vas a volver pero tú no lo vas a repetir 1000 veces. Sino 1000 veces mil. Y hay de aquellos que oyéndote no cambiaron. Porque van a ser juzgados con más severidad. Como lo vas a ser tú en tu segundo regreso. Los ungidos que son sus sacerdotes o cualquiera de ellos, porqué no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.
Y esto mis queridos hermanos no es una amenaza, el Señor no necesita amenazarnos, esta es la segunda, oportunidad que ustedes tienen y ¡gracias a Dios que viví lo que yo viví! Porque cuando les abran “El Libro de la Vida” a cada uno, cuando se mueran cada uno de ustedes, vamos a ver este momento igualito, y vamos a vernos tal cual estamos con la diferencia que vamos a ver nuestros pensamientos, y nuestros sentimientos en la presencia de Dios, y lo más hermoso es que cada quien va a ver el Señor en frente de cada uno de nosotros. Otra vez pidiéndonos que nos convirtamos, para que de verdad empecemos a ser nuevas criaturas con El, sin El no podemos.
Que el Señor los bendiga a todos grandemente. La gloria para Dios. La gloria para nuestro señor Jesucristo.
Se encuentra el testimonio completo en su proprio sitio a Gloria Polo.
Full English version can be found here.